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El Bolero

 

Una canción que no tiene dueño

 

Más que un género musical el bolero es una entrañable expresión cultural latinoamericana. Su nombre deriva de una danza de origen andaluz (o bolero español) que se resolvía en movimientos rápidos que aparentaban el vuelo de las aves. Por eso se afirma que la expresión “volero” o “bolero” viene de volar; y seguramente de allí su capacidad para trascender los océanos. Escrito inicialmente en un compás de 3 por 4 por el bailarín Sebastián Cerezo en las fiestas de reyes y virreyes el bolero se bailaba con castañuelas y se mezclaba con otros ritmos, según los investigadores José Santiago González y Reinaldo José Viloria.

A comienzos del siglo XIX ya el bolero español había paseado sus cadencias por los reinos europeos.

Chopin, Beethoven y Berlioz se interesaban por él, aunque fue Maurice Ravel quien compuso el más famoso “El bolero de Ravell”, estrenado en la ópera “Garnier” de París, ya entrado el siglo XX. Pero el bolero tal como se conocería después nace en Cuba, con la evolución de la habanera de la cual toma su compás binario 2 por 4, teniendo como catalizador el ritmo del “cinquillo” afro-francés.

Existen coincidencias de que el primer bolero en la versión cubana lo compuso José “Pepe” Sánchez con el título de “Tristezas” en 1885. Otros investigadores argumentan de modo distinto.  Según Natalio Galán, antes de la composición de Sánchez nacieron el bolero mambo “San Pascual Bailón” de Manuel Saumell (1817-1870) y la contradanza en ritmo de bolero “La Valentina” de Tomás Buelta y Flores en 1841.  No obstante, para los  efectos históricos con la creación de Sánchez nace el bolero cubano como un género que rápidamente habría de arropar o matrimoniarse con otras expresiones de la música. Luis Marquetti, compositor de los años 40, lo define de esta manera: “El bolero es el género más adecuado para transmitir los sentimientos románticos, ya que quien lo escucha sentirá lo mismo que experimentó el autor al escribirlo”.

Pero es a partir de los años 30 del siglo XX cuando el bolero cobra la condición de un canto universal y comienza a convivir y asimilar a géneros tradicionales como el tango, la ranchera, la serenata, el bambuco, el pasillo, e innovaciones rítmicas como la guaracha, el chá chá chá, el mambo y cualquier otro género capaz de hacer mover la cintura y los pies. Su expansión sintoniza con la urbanización de América Latina. La declaración de amor al pie de la ventana da paso a la promesa sentimental dicha al oído en las pistas de los "dancing", en  ciudades que se mimetizaban  de rurales en urbanas. Luego el fenómeno habría de cobrar una definitiva e impensada expansión con el cine sonoro, la radio, la industria discográfica y finalmente la televisión.

 

Manuel Felipe Sierra

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El bolero, huerto de imaginerías

Mery Sananes-UCV

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  • Reinaldo Viloria,

  • Santiago González 

  • Darío Montilla.

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